martes, 13 de octubre de 2009

PENSADORES POLÍTICOS (Tomado de Zavala y otros: Pensar la historia 2)
Un precursor: John Locke (1632-1704)
Este pensador, inglés, sostuvo que el hombre, en el estado de naturaleza, posee derechos natura­les y sagrados: el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. Para preservar estos derechos, espe­cialmente el de propiedad, los hombres crearon, a través de un contrato, el gobierno civil. La misión del gobierno es la de respetar y defender estos dere­chos. Si el gobierno no cumple con estos fines, el pueblo puede destituirlo y elegir otro en su lugar.
Para evitar la tiranía y garantizar la libertad de los individuos, el Estado debe tener dos poderes independientes entre sí: el poder legislativo, repre­sentante del "pueblo", y el poder ejecutivo ejerci­do por el rey. El poder supremo es el legislativo: lo esencial es hacer leyes que protejan los derechos naturales del hombre.

La separación de poderes: Barón de Montesquieu
Montesquieu consideraba que las leyes creadas por e! hombre (leyes positivas) teni'an que estar de acuerdo con las leyes de la naturaleza. Por lo tanto, cada país debía elaborar leyes, y organizar el go­bierno de acuerdo a ellas, teniendo en cuenta las condiciones físicas (clima, suelo, etc.) y las condi­ciones humanas (número de habitantes, costumbres, etc.).
Al estudiar los distintos regímenes políticos de la Historia, plantea que el sistema político ideal es el de una monarquía limitada basada en la separa­ción de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Estos poderes deben actuar en forma independien­te entre sí.
La separación de poderes era un ataque directo a la monarquía absoluta.

La defensa de las libertades: Voltaire
Voltaire se caracterizó por ser un agudo crítico de su época, y un defensor de las libertades civiles y de la tolerancia religiosa. Sostiene la libertad de pensamiento y de expresión; la prohibición de las detenciones arbitrarias; la supresión de la tortura y de la pena de muerte; la humanización de los pro­cedimientos judiciales; ser juzgado de acuerdo a la ley y por jueces independientes de otros poderes; adecuación de las penas a los delitos.
Por sus ¡deas estuvo preso dos veces en la Bas­tilla.
Con Voltaire nace un nuevo tipo de filósofo, "comprometido" con su tiempo, un combatiente.

Igualdad, soberanía, democracia: Juan Jacobo Rousseau
Rousseau fue el único filósofo que perteneció a la baja burguesía. Exaltó los sentimientos al igual que la razón. Negó la teoría del progreso humano y de las ventajas de la propiedad privada, pues era el origen de las desgracias de los hombres.
Se destacó por sus ideas de igualdad de los hombres, soberanía popular y estado democrático.
Rousseau consideraba que el hombre, en el estado de naturaleza, era bueno y feliz. Este estado se caracterizaba por una economía de subsistencia, sin propiedad privada, sin esclavitud, sin desigual­dad. Cuando surgió la propiedad privada, este esta­do de cosas desapareció: surgió la sociedad, la desi­gualdad y la lucha entre los hombres. E! progreso significó el mal para el hombre.
¿Cómo se puede cambiar- la sociedad? Rous­seau halla la solución a través de la realización de pactos o contratos que los hombres establecen en­tre si, cediendo todos sus derechos a la comunidad y quedando sometidos a la voluntad general. La ley debe ser la expresión de esta voluntad general. El gobierno es un simple delegado de la soberanía del pueblo.
El pensamiento de Rousseau preparó el camino para las doctrinas democráticas de los siglos XIX y XX, basadas en el principio de igualdad y sobera­nía popular.


Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano elaborada por la Asamblea Nacional Constituyente. Francia, 1789 (fragmentos)
1.- Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales no pueden fundarse sino en la utilidad común.
2.- El fin de toda sociedad política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
3.- El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación; ningún cuerpo o individuo puede ejercer autoridad que no emane de ella expresamente.
4. La libertad consiste en hacer todo aquello que no dañe a otro. De ahí que el ejercicio de los derechos naturales del hombre no tenga más límites que los que aseguren a los otros miembros de la sociedad el goce de los mismos derechos. Estos límites no pueden determinarse más que por la ley.
6.- La ley es la expresión de la voluntad general; todos los ciudadanos tienen derecho a concurrir personalmente o por sus representantes a su formación;…
10.- Nadie debe ser molestado por sus opiniones, ni siquiera por las religiosas, con tal que su manifestación no trastorne el orden público establecido por la ley.
12.- La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza pública;…
16.- Toda sociedad en que la garantía de los derechos no está asegurada, ni determinada la separación de poderes, no tiene constitución.
17.- Siendo la propiedad un derecho inviolable, nadie puede ser privado de ella, sino cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija evidentemente y bajo condición de una justa y previa indemnización.

Tomado de Traversoni, A.: “La Revolución Francesa y el Imperio”
Cuadernos de estudio. Ed. Kapeluz nº 23 Madrid 1979 pag. 28 y 29


más de Locke y Rousseau

LOCKE

John Locke (1632-1704) de activa participación política en ele proceso que culminó en Inglaterra con la Revolución de 1688, secretario del estadista Shaftesbury, puede ser considerado el padre del liberalismo inglés.
En su “Tratado sobre el gobierno civil” (1690) condensó lo esencial de su pensamiento político.
Para Locke, el hombre es un ser razonable, cuya libertad es inseparable de la felicidad. El fin de la política, precisamente, es la búsqueda de una felicidad que reside en la paz, la armonía y la seguridad. No puede haber felicidad sin garantías políticas.
Afirma la existencia de un estado de naturaleza, pero no es para él ni cruel (como en Hobbes) ni perfecto ( como en Rousseau). Estima que la propiedad privada existía ya en aquella instancia primera, anterior a la sociedad misma. Esta teoría de la propiedad aclara los orígenes burgueses de su pensamiento. La propiedad es natural y bienhechora, no sólo para aquel que la posee, sino también para el conjunto de la humanidad. Para garantizar la propiedad los hombres salieron del estado de naturaleza y constituyeron una sociedad civil que tenía como base un “contrato social”.
En Locke el pueblo nunca enajena definitivamente sus derechos sino que los delega: sigue siendo soberano y conserva el poder de revocar y abolir el gobierno por él mismo instituido. Para Locke la función del gobierno consiste menos en gobernar como en administrar y legislar: los gobernantes deben ser administradores que aseguren el bienestar y la prosperidad de los pobladores de un país.
Por lo tanto, el poder más importante es el Poder Legislativo, mientras que el Poder Ejecutivo está limitado por esas mismas consideraciones de sus derechos y obligaciones.
Locke, teórico de la Revolución Inglesa de 1688, expresaba e ideal de la burguesía de la época.
De Cuadernos de Estudio: “El siglo XVIII”

“El hombre, según hemos demostrado ya, nace con uun título a la perfecta libertad
y al disfrute ilimitado de todos los derechos y privilegios de la ley natural. Tiene, pues, por
naturaleza, al igual que cualquier otro hombre o de cualquier número de hombres que haya
en el mundo, no sólo el poder de defender su propiedad, es decir, su vida, su libertad y sus
bienes, contra los atropellos y acometidas de los demás; tiene también el poder de juzgar y
castigar los quebrantamientos de esa ley cometidos por otros... Ahora bien, no
pudiendo existir ni subsistir una sociedad política sin poseer en sí misma el poder necesario
para la defensa de la propiedad, y para castigar los atropellos cometidos... resuta que sólo
existe sociedad política allí, y allí exclusivamente, donde cada uno de los miembros ha hecho
renuncia de ese poder natural, entregándolo en manos de la comunidad.”
Locke, J: “Tratado sobre el gobierno civil”


VOLTAIRE

Crítico implacable del régimen francés, fue encarcelado un par de veces en la Bastilla. Demoledor de la tradición más aceptada, violentamente anticlerical, representa cabalmente el tipo de “filosofo” del la Ilustración.
Profesó el racionalismo en lo filosófico, el deísmo en lo religioso, el realismo en política. Su filosofía es simple: critica los abusos más salientes de la época y elogia discretamente la dignidad humana, pero no va más allá. Se ocupó más de las libertades civiles que de las libertades políticas. Para él era suficiente que los hombres fueran libres de practicar su religión, publicar sus ideas, producir y comerciar a su gusto. La admiración de Votaire por Inglaterra no estaba originada en su gobierno representativo sino en la libertad de discusión que permitía. Sentía poco interés por la política propiamente dicha y ninguno por las masas populares, a las que consideraba estúpidas. En realidad era partidario de una monarquía limitada pero fuerte. No tenía ninguna confianza en los cuerpos intermedios (que son tan necesarios, como se verá para Montesquieu) y juzga con severidad a los parlamentarios y la venalidad de cargos públicos. Tampoco creía en la igualdad: su filosofía era la de un propietario acomodado. Especulador, no perdió nunca el sentido de los negocios. Gozando de muy buena posición económica, Voltaire hizo el elogio del lujo y de la riqueza, despreciando a los humildes decía: “Cuando el populacho se mete a razonar está todo perdido”.
Combate más que nada por la tolerancia y por reformas administrativas y civiles: prohibición de detenciones arbitrarias, supresión de la tortura y de la pena de muerte, adecuación de las penas a los delitos, garantías para la libertad de pensamiento y de expresión.
Aunque no haya sido el más profundo de los pensadores franceses del siglo XVIII y sena muy discutibles muchas de sus opiniones, su vasta obra lo ubica en un plano de excepción: fue un “filósofo comprometido” y de ahí su inmensa popularidad.

“ No estoy de acuerdo con una sola palabra de lo que Ud. dice
pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo.”



ROUSSEAU

Jean Jacques Rousseau (1712-1778)
Tuvo ideas distintas a las de Montesquieu y Voltaire y en general a las de los demás filósofos de la Ilustración. Participó en la crítica del régimen absolutista vigente en Francia pero por su exaltación del sentimiento se opuso a quienes sostenían la primacía de la razón. Se opuso a la actitud de mera crítica, intelectualismo y burla escéptica.
Sus ideas son ya propias del período prerromántico, de transición entre el enciclopedismo del siglo XVIII y las corrientes del siglo XIX.
La influencia de Rousseau en los años que siguieron a la Revolución Francesa fue extraordinaria. A pesar que su pensamiento político no siempre fue bien comprendido, algunas de sus ideas se transformaron en verdaderos slogans usados en lo sucesivo por todos los movimientos democráticos (“la ley es la expresión de la voluntad general” “renunciar a la libertad es renunciar a la condición humana”)
Llamó la atención por primera vez con su “Discurso sobre el progreso de las Artes y las Ciencias” donde negó la tesis del progreso constante de la Humanidad, enfrentando así polémicamente uno de los supuestos más populares de la Ilustración. Rousseau sostenía que el hombre natural, es decir, aquel que vivía en “estado de naturaleza” antes del surgimiento de la sociedad civil, era bueno y dichoso. Había igualdad porque todos tenía oportunidades idénticas. Pero sobrevino la civilización y el progreso del espíritu humano no trajo consigo la auténtica felicidad.
En su “Discurso sobre los orígenes y fundamentos de la desigualdad entre los hombres” escribe que con el progreso crecen las necesidades humanas y aparece la propiedad privada. Esta genera la desigualdad social porque divide a los hombres en ricos y pobres y es causa inmediata de la infelicidad humana.
Para regenerar a la sociedad, Rousseau escribió varios libros. En su “Emilio” se ocupó de la educación, rechazando la enseñanza excesivamente intelectual y pidiendo un retorno a la naturaleza, a la emoción y al sentimiento.
En su “Nueva Eloisa” y en la “Profesión de fe del vicario saboyano” se ocupa de la religión, atacando el ateísmo y el inmoralismo de su época.
Finalmente en el “Contrato social” (1762) expone sus ideas políticas. Adhiere a la hipótesis contractualista, rechaza el absolutismo, la teoría de derecho divino de los reyes pero también la misma monarquía. Los hombres- dice- pasaron del estado de naturaleza al estado de sociedad por medio de un convenio en que todos participaron por igual y si bien delegan en otros la función de gobernar, la fuente de la soberanía radica en el pueblo. En consecuencia, la mejor forma de gobierno es la República (¿añoranza de su ginebra natal?)
El soberano es lo que Rousseau llama la “voluntad general” y su expresión es la ley. Esa soberanía tiene dos características fundamentales: es inalienable (por eso no se puede delegar, condenando Rousseau el gobierno representativo y la monarquía parlamentaria inglesa) y es indivisible (por eso Rousseau se opone a la separación de poderes, a los cuerpos intermedios que había preconizado Montesquieu)
No pensaba en instaurar una sociedad igualitaria pero quería reducir la distancia que separaba a los más ricos de los más pobres.
La extraña personalidad de Rousseau ha dado motivo a muchas polémicas. Se discute si en realidad fue racionalista o sentimental, si fue individualista o un antecesor del colectivismo. Lo cierto es que preparó el camino para las doctrinas democráticas del siglo XIX, afirmando los principios de igualdad y soberanía popular.

“Solo la voluntad general puede dirigir los poderes del estado... siguiendo
los intereses del bien común. La ley es la expresión de la voluntad general...
Para asegurar el cumplimiento de las leyes hace falta un gobierno, pero ese
Gobierno no es más que el ministro del pueblo soberano.”

“Luego que el pueblo está legítimamente constituido en cuerpo soberano... la
persona del último ciudadano es tan sagrada e inviolable como la del primer
magistrado, porque ante el representado desaparece el representante....”

“Un pueblo libre obedece pero no sirve, tiene jefes pero no amos, obedece a
leyes pero no obedece más que a leyes, y es por la fuerza de las leyes que
no obedece a los hombres”.

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